miércoles, 8 de marzo de 2017

Poema ÓXIDO






En estos cinco minutos (o quizás tres) 

de lucidez repentina

te escribo a ti, cruel amiga

mi carcelera implacable.

Te gusta serlo         creo         lo gozas  

y ríes         ¡lloras de la risa!

mientras tu llanto de óxido se posiciona

en cada engranaje de mi cerebro.



Otros te llaman olvido.

Yo te nombro Des-memoria.



Engañoso es tu abrazo,

lánguido, pero férreo a la vez.

Sueltas y tiras la soga a tu antojo

sabiendo que nada puedo hacer

salvo, pequeños saltos contracorriente,

actos desesperados de rebeldía

que se disuelven a la hora de las sombras.



Vamos, vieja amiga, con confianza

llévate los nombres de cada rostro difuso

que ya, de nada sirven.

Al marchar, cierra la puerta y tira la llave.

No necesito más que una ventana olvidada

entreabierta, para respirar el sol

y entibiarme al soplo de la brisa.

Ella remplace la calidez de los abrazos

de los que ya no vienen

de los que ya no llaman

de los que mi mente niega desde la noche al día,

Aquellos amados de siempre,

mis nuevos desconocidos,

de los que no pensaría existieran, si no fuese

por el vacío inmenso de su falta.



Mientras        yo          a ratos

tarareo canciones (o trozos de ellas)

en vano intento de engañarte, que pienses

es inútil tu presencia y te marches.

Pero no. Trastabillo.

Y mi voz se quiebra sin notas que la sostengan.



Tú ganas. Me rindo.





Amanda Espejo


Quilicura / marzo - 2017