martes, 25 de diciembre de 2012

Mi cuento en antología De Moctezuma a Los Andes







29 TABLAS Y UNA FUGA


De espaldas sobre la cama, María Luisa empezó una vez más la cuenta de las tablas de techo, mientras un cuerpo torpe y pesado trataba de ubicarse entre sus piernas.

“Una, dos, tres, cuatro…” Generalmente los primeros empellones del hombre coincidían con las primeras cuatro tablas, justo donde un nudo de la madera semejaba un ojo curioso que atisbaba todo a su alrededor. Un ojo. ¿La estaría viendo desde algún lado Leticia en ese momento? El recuerdo de la niña le hizo perder la dureza de sentimientos que le exigía el momento, pero se repuso rápidamente mientras la torpeza  de aquél  cuerpo, exacerbada por el alcohol no conseguía hacerle mella. Tan sólo un sobajeo inmundo que trataba y trataba de penetrarla, de quebrarla allí, justo en medio de su intimidad.

“Seis, siete, ocho, nueve…” A casi un tercio de la anchura del cuarto necesitaba concentrarse más pues le había pasado que, antes de llegar a percibir el rostro de la niña, ella solía oír el murmullo de su voz. “¿Qué haces madre? ¿Por qué lo haces?... No es necesario mamacita…Yo estoy bien. Ya nada me duele, mírame, estoy sanita,  como antes. Sólo que te extraño tanto…”
María Luisa apretó los dientes con fuerza e imprimió un cierto movimiento a sus caderas para excitar más aún al hombre que bufaba de calentura y cansancio.

“Trece, catorce, dieciséis…” ¿Cuántas veces había contado y recontado aquellas tablas viejas, mudas testigo de su sacrificio? Varias, sin duda. Desde que llegó a Tapachula hacía poco más de tres meses – repitiendo en penas  la huella de su hija- no había tardado más de una semana en emplearse en casa de Pascual A., conocidísimo potentado de la región, ligado a las mafias de trata de blancas y drogas. “El patrón”, como era llamado por la gente cercana a sus dominios, era un hombre demasiado rico, libidinoso al máximo, que esgrimía su poder sin remordimientos a la hora de saciar sus apetitos. Precisamente ese rasgo fue el que le permitió a ella acceder sin trabas al puesto de cocinera que necesitaban en la casa. Sus bien formados treinta y siete años junto a un rostro bello y tímido no pasaron inadvertidos para el patrón. Eso, unido a su talento para la cocina  - fomentado desde niña por  su madre y abuela – la colocaron en cuestión de días en un puesto llamativo, amén de necesario, dentro de la planta de empleados.


lunes, 17 de diciembre de 2012

Mi poema "Hablando de faltas", del libro NO HAY MÁS QUE ESTO.




Gracias al trabajo de mi hija Alejandrina, pudimos rescatar este momento de poesía vivido en la Universidad UCINF. 
De que había un ambiente distendido...lo había!!


Amanda Espejo
Noviembre - 2012

lunes, 10 de diciembre de 2012

A VECES ME ASUSTO…






…Y es que no es común (creo que para nadie) que los planetas se alineen en sentido positivo: para decretar bonanza en alguna de sus múltiples manifestaciones.

Este “veranillo de San Juan”,  o “tiempo de asueto”  si de tristezas se trata, comenzó a mitad de año con la inclusión de mis textos en dos de las publicaciones de ¡Basta!, una en contra de la violencia y otra en contra del abuso infantil. Puede parecer algo muy sencillo para muchos “escritores encopetados”, pero para quien escribe por vocación y necesidad de cuerpo y alma , se convierte en algo muy significativo. 

Luego, la buena nueva desde México: la antología compuesta con autores de ambos países estaba lista y a punto de ser presentada, hecho que ya aconteció y seguirá su rumbo en otras tierras.
 A esto se unen una serie de invitaciones a lecturas que han sido, para mi fortuna, muy agradables y no me he arrepentido para nada de haberlas aceptado: en la Caja de Los Andes, En Café Utopía y en Universidad UCINF.

Regalos extras e inesperados he recibido por medio de las redes de blogs que me he empeñado en formar contra viento y marea: textos publicados en distintas revistas virtuales, como “Con Voz Propia”, “Ombligo”, etc., más un regalo de un joven poeta amigo que se caracteriza por su generosidad en todo aspecto: David Lethei, y la traducción que hizo a mi poema “Hablando de faltas”.

Otra invitación sorpresiva se une a lo mencionado: de Mery Larrinua, para ser parte de los textos leídos el día de ayer en el IV Festival Internacional Luz del Corazón.

¿Faltaba más? Así parece, pues unida a la satisfacción de haber trabajado unos meses en compañía de mi querida Zara Bahdí, dando impulso a una empresa cartonera: Calafate Cartonera, está la invitación de Eli Cárdenas para hacernos una nota con respecto a Calafate y su primer hijo: EL PRINCIPITO. Nadie que no lo haya hecho puede describir con veracidad lo que significa trabajar en ese tipo de proyecto, y ello explica el afán cada vez más creciente de muchos y muchas por trabajar en este noble material. Es una labor preciosa, llena de espíritu creativo, en donde se puede dar rienda suelta a la imaginación sin que edad, estilo, o cosmovisión de mundo sean impedimento en ningún sentido, al contrario: la diversidad enriquece todo lo que brota.

¿Significa todo esto que no ha habido días grises para mí en este último tiempo?