miércoles, 23 de septiembre de 2009

Mi despertar / No cantaron




NO CANTARON...


H
oy, los pájaros no han cantado... y el nuevo día no quiere amanecer, (le cuesta) .
El alba ha cerrado sus ojos y remolona, se acurruca en su lecho vuelta de espaldas al sol.

Ha cerrado sus oídos al ronquido de los motores y se niega a escuchar cualquier tipo de llamado, orden o ruego. Ella sólo aguarda una señal: y es el canto de los pájaros.

Hoy, el día en ciernes no sabe amanecer... los pájaros no han cantado. No se escucha más que el grito esporádico de un gallo persistente. Monótono.

Los pájaros no han cantado y el alba no puede despertar... se retuerce, inquieta, a la espera de los primeros trinos. ¿Qué habrá ahuyentado su canto?

Hasta ahora... los pájaros no han cantado y aquí estoy yo, penumbra expectante a la espera de su canto: canción de cuna a la inversa que levanta a la infanta.

Los pájaros no han cantado y el alba se ha extraviado en un desfase de tiempo. El tragaluz de mi alcoba esta desierto... me falta su beso, venia de sueño tardío.

La luz ha estallado de pronto con la dureza del silencio: sin aprontes. No hay gorjeos, trinos ni bemoles. La aurora ha muerto antes de nacer.

Hoy, los pájaros no han cantado. No pueden hacerlo: tienen el asombro atravesado en la garganta y la rutina faltante ha fulminado las certezas.


¿Qué es esta sombra hendida de mi cama?

¿Y este cabello prendido en mi almohada?


¿De donde este olor dulce de mis sábanas?


¿Y esta huella de diez dedos en mi espalda?


¿Será entonces, que fuiste algo más que un deseo?



Hoy los pájaros no han cantado a falta de tener respuestas y a fuerza de llorar tu ausencia. Un día ciego comienza.




Amanda espejo
Quilicura, 29 - 12 - 2005

Publicado en AMANO número 2

Imagen de : http://letras-y-mas.blogspot.com

viernes, 11 de septiembre de 2009

Mi sentir / Carta a un ausente



CARTA A UN AUSENTE


Es tan fácil tenerte, aún a la distancia
sin que nada medie entre los dos
excepto tu ausencia, rasgando la noche
y las impúdicas sábanas impregnadas de mi celo.

Sudarios blancos ondean al alba,
mortajas silentes del deseo.


Es tan fácil pensarte, olerte y encontrarte
en mi propio olor de hembra, dispuesta, jugosa
reinventando la noche y tu cuerpo mismo:
moldearlo, paso a paso, entre relieves y texturas
sudores de lecho caliente.

Es tan fácil así sentirte, frotarme y hacerte
realidad viva bajo mi vientre hambreado
sediento de tu encaje perfecto
este, que revienta y escurre en mí.

Es tan fácil cogerte así, de esta manera,
sin más guía ni otro esmero
que el llegar a despertar los espasmos de mi cuerpo.
Con los ojos cerrados (las luces, van por dentro).
Y es tan fácil calmarme galopando sobre ti
al filo del despertar...
que se ensortijan mis piernas y se alborotan mis pechos
y mi sexo se contrae al compás de tu recuerdo.

Al fin, desmayada en ti,
esparcidos mis fragmentos entre cielo e infierno,
aprendo a respirar de nuevo
aire... liviano... fresco.

P. D.

Suéltame luna, ¡despiértame!
Mira que ya no puedo tapar el sol con un dedo.
Deja en mi espalda un beso frío
que arrase con los ardores
de esta orfandad de amor.





Amanda Espejo
Publicado en Revista El Puñal # 2

Trabajo fotográfico : Amanda

martes, 8 de septiembre de 2009

LA BELLA




LA BELLA




La súplica masculina retumbaba, lastimera, en cada ángulo del cuarto.


- Te juro que no fue nada. Nada más que un juego estúpido que, te lo juro, no tiene nada que ver con lo que siento por ti, ¿cómo podría? Tú eres mi vida, mi todo. Sólo tú, mi niña bella.


Entonces ella, la más entre las altaneras, la por lejos más deseada, la fantasía recurrente, de mente, la pensada en cueros, la imaginada, la saboreada, la masticada, la olfateada a leguas por el macho en celo, la soñada despierto, la degustada a tajo abierto, la que nunca supo de un rechazo ni menos de un traición, supo que...no podía darse el lujo de otorgar perdón.


Su índice señaló la puerta, su mirada buscó un rincón. Oído atento. Hasta perder el último paso culpable del nombre que se tragó la noche.


Segura a solas, y sólo por si acaso, quiso llorar.



Amanda Espejo
Quilicura, 7 – 9 - 2009


Este texto nace por un ejercicio literario que realizó mi amiga Elisa Alcántar, consistente en usar la frase " por si acaso, quiso llorar " y que yo quise experimentar. Obviamente, aquí no puedo usar mi propia imagen.